Este mes se cumple un año desde la
publicación del primer post en este blog, dedicado a fomentar la
cultura del emprendimiento a través de las historias y los relatos
de emprendedores. Un cuaderno que nació de la necesidad de seguir
desarrollando una de las profesiones más maravillosas, la que más
se aproxima a las alegrías y penurías de la gente y la más
necesaria en estos momentos duros que nos han tocado vivir, pese a su
lado “canalla”: el periodismo. Una profesión que, veintidós años
antes, se convirtió en un “sueño hecho realidad” al
incorporarme a uno de los medios de comunicación de mayor prestigio
a principios de los años 90, el periódico El Mundo.
Un hecho tan doloroso como es integrar
el número de despedidos en un Expediene de Regulación de una
empresa tras años a sus servicio, me ha hecho más fuerte, pese al
pellizco en el alma y los primeros día en estado de shock, he
crecido como persona y, fundamentalmente, me he desarrollado como
profesional, de una manera diferente y más auténtica.
En estos meses que han transcurrido
desde que crucé el umbral del edificio de El Mundo y tras unos
primeros días a la deriva profesional y personal, a la búsqueda de
continuas explicaciones que me hicieran comprender “por qué a mí”
y con un futuro incierto, he conseguido ser más yo. Porque soy una
persona optimista, pro-activa y luchadora que, en estos momentos de
renovación y reinvención profesional, ha entendido que la filosofía
del emprendimiento es la única forma de crecimiento e incorporación
al mercado del trabajo.
En este sentido, cada uno de los post
publicados semanalmente a lo largo de estos 365 días han sido para
mí fuente de inspiración y, al mismo tiempo, de fortalecimiento para
avanzar en mi propio futuro. En cada uno de los textos incluidos en
El Paro No Nos Para he vivido cambios legislativos que han supuesto
un avance en las ayudas ofrecidas por parte de las Administraciones y
del propio Gobierno central para los emprendedores, agilizando la
creación de empresas, incluyendo medidas que fomenten la inversión
y la actividad en España, sumando algunas medidas fiscales de apoyo
al emprendedor como el régimen especial de Iva que permitirá no
ingresarlo hasta cobrar la factura, fomentar la segunda oportunidad
con un mecanismo extrajudicial de pagos o la inclusión de una
asignatura sobre emprendimiento en la educación obligatoria.
He disfrutado narrando historias únicas
de emprendiduría, que tienen un denominador común: esfuerzo,
trabajo y tesón, como la puesta en marcha de proyectos como:
Realizables.com; La Cocinona, Buenas y Santas, Los Buceítos, Spazio,
La Cocina de Juanita y otros muchos. He contado con la participación
de algunas de las personas con mayor peso en asociaciones o empresas,
dedicadas al fomento del emprendimiento, como Womenalia, la
Asociación de Jóvenes Empresarios de Madrid o El Club del
Emprendimiento. Y he conseguido involucrar a colectivos tan
importantes como el educativo, contando con la participación de
algunos de los representantes de una de las Cooperativas Educativas
más destacadas de la Comunidad de Madrid, como es GSD Cooperativa,
que nos ofreció una interesante y necesaria visión de la
integración de la filosofía de la emprendiduría en las aulas, o el
emprendimiento social, con Socialnest. Pero, hay más. Muchas más
historias que esperan ser contadas y a las que ofrezco mi oidos y el
teclado de mi ordenador para ser contadas.
Pero un año da para mucho. Y a lo
largo de él, también he visto a personas de mi alrededor perder sus
puestos de trabajo, a familias deshauciadas de sus casas por no poder
pagar, colas interminables en las oficinas de empleo, mujeres u
hombres, con edades comprendidas en una amplia horquilla, que se
aproximaban a los tablones de anuncios con la esperanza de que fuera
“hoy” el día en el que, por fín, dejarían de formar parte de
la lista de parados de nuestro país. Directivos, políticos y
empresarios incapaces de ver más allá para alcanzar una solución
al problema del desempleo, y también, a emprendedores que han
fracasado en el intento por poner en marcha proyectos de futuro y que
han entendido que el “fracaso” forma parte de un éxito futuro.
La cara y la cruz diaria, en la
búsqueda por la supervivencia y la dignidad como personas y
trabajadores. Por todo este año vivido, pienso que merece la pena
intentarlo, que hay que luchar por conseguir nuestros sueños, que no
es fácil, quién dijo que lo fuera... pero que es posible.
Por ello, os doy las gracias a
todos los que durante estos 365 días habéis hecho posible este
proyecto y espero poder seguir contando con vuestras historias de
emprendiduría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario